La capacidad humana de asumir con flexibilidad situaciones límites y sobreponerse a ellas, saliendo fortalecidos. La resiliencia no es innata a cada persona, hay que cultivarla, reestructurando nuestros recursos psicológicos en función de las nuevas circunstancias y de nuestras necesidades. No existe una vida dura sino momentos difíciles en una manera diferente y optimista de ver el mundo. Asumir las dificultades para aprender. No intentamos controlar las situaciones. Sabemos que es imposible. Ser creativos y conscientes de nuestras posibilidades y hacer fácil lo que se nos presenta confuso. El bambú se balancea con el viento pero siempre sabe mantenerse firme y auténtico.
Ser tenaces en nuestros propósitos. El hecho de ser flexibles no implica que renunciemos a nuestras metas, al contrario, es la perseverancia y la capacidad de lucha la que nos ayuda a lograr lo que verdaderamente deseamos. No luchemos contra molinos de viento, sino que aprovechemos el sentido de la corriente y fluyamos con ella. Madurar es afrontar la responsabilidad de ser uno mismo, sea el coste que sea.