Cuando hablamos de «mediodía» no es lo mismo que «medio día». El sol se encuentra en su punto más álgido, en el centro del día, contado por horas, minutos y segundos y donde la magia de su luz se renueva en cada jornada. La luz ha termina ya de situarse en esas tablillas de los reflejos donde nada se escapa a su fuerza y en la que todo su brillo carece de solapas.
«Y yo busco ese mediodía del sol donde se alberga la fragancia de los recuerdos. Donde parece que el tiempo se queda aislado del mundo y en el que todo está por renacer frente a la tarde. Entre los destellos de los árboles y bajo las caricias risueñas de las aves que bajan a los parques a cubrirse con la sombra. Busco todo aquello que aún hoy reposa entre las esquinas de la imaginación sin perder un ápice de sus relieves y de sus contornos. Cuando las hayas juntado todas en un ramo con mis manos haré un cuento con ellas donde quedarán cincelados todos los recuerdos en un pentagrama de días y de las horas. «