Rememorar el tiempo, las tradiciones y sobre todo la fe se esparcen sobre la tierra caliza de Jerusalén. A los pies de la muralla que lo enmarca se halla El huerto de olivos». Allí permanece en reposo el latir de los años, la historia y también la curiosidad de aquellos que vienen hasta aquí para concienciarse de la palabra, de los hechos y de los tributos de una tierra. Desconocida para muchos que solo la advierten desde los libros de estudio pero que va mucho más allá de todo eso.
Principio y fin donde todo se reduce a un solo pensamiento. En el devenir de la vida es aquí donde muchos descansan. Otros continúan su viaje descubriendo. Aquí donde todo comienza también todo reposa a la sombra de los olivos de Jerusalén que mecen sus ramas cargadas de frutos y de ese aroma que los identifica.