La vida son avenidas que nos llevan de un lugar a otro. Pero fundamentalmente la vida, la existencia, es un compendio de decisiones que nos conforman nuestro bien estar y también nuestro enriquecimiento. Pero ese estado que llamamos vida no se alimenta de almacenar cosas innecesarias de vivir de recuerdos o de abrir viejas heridas. Cada vez que cambiamos de camino necesitamos menos de lo que antes creíamos necesario al cien por cien. Ahí están nuestros beneficios que son sin lugar a dudas las experiencias adquiridas. Herramientas necesarias para no volver a caer en errores lamentables. No hay que vivir lamentando ni juzgando. Lo que pasó no volverá y de nada nos sirve el que queramos agarrarnos a ello para conseguir nuevos puentes de futuro. Mirar atrás nos convierte en inseguros y apegados a algo que tuvo su momento pero ya es historia. Lo importante es saber en qué instante pisar ese freno de la decisión para dar un volantazo a nuestra vida y tomar la dirección correcta de nuestro bien estar y nuestro sentido. Todo movimiento, cualquiera que sea su causa es creador. En esa conciencia de tiempo y espacio lo que sucede aquí y ahora es importante. Porque ninguna acción se pierde en el mundo, en algún lugar quedará para siempre.