Nuestra Sra. de la Peña de Francia, Puerto de la Cruz. Tenerife

Luz cristalina que baña el azul intenso que cubre mi cabeza. Octubre mes de la calma y de la introspección, donde reflexionar nos hace más fuertes frente al hechizo de un invierno que ya pespunta en sus menguantes horas de sol. Un tiempo para desempolvar la palabra «retrotopia» y convertirnos en los hacedores de esas vivencias y experiencias que hacen que la vida sea. Y sea prudente y sigilosa para que podamos conciliar buenos propósitos. Sabia porque de esos ideales se alimentan los nuevos retos que ya tenemos como bocetos inmediatos. Bajo el cielo azul de octubre se pintan las más variadas señas y esencias de nuestro pasar despierto, pero sosegado por los años. No habrá otro igual que este y el de hace  una década ya nos programaba en lo siguiente. Valoramos lo que nos parece ser mejor pero quizás estamos descuidando lo realmente veraz de todo esto; ser nosotros mimos y no descuidar nuestros sueños. Lo demás viene por descontado queramos o no. Un árbol en rojo, un hibisco y la piedra gris de esa fachada que me mira desde lo alto. Con su toque de campanas y sus días almacenados en mi memoria. Días cálidos de un camino en el que hoy es la razón pura de mi existencia.