Pueblos vacíos, destino de emigrantes que han perdido todo y buscan una tierra para trabajar y una casa para vivir. Dejar que todos estos lugares pasen a formar parte de un olvido permanente y que los avatares de la naturaleza los borren del camino es como tirar los recursos a la basura. Si nos los quieres, o no los necesitas. Si ya nada te une a ellos deja que otros puedan formar ahí su destino. No hace falta ser demasiado inteligentes como para no darse cuenta de ello. Facilidades, sobre todo eso y reclamo para que esas personas que llegan a través del mar o de las fronteras terrestres vean que el sendero ya esta en parte trazado, solo es cuestión de comenzar a caminar. Menos alberges acinados y más destinos sería la razón por la que un país emergente tuviera las ideas claras y comenzase a reconstruir pueblos para poblar caminos. Menos burocracia espesa y más fluidez de acción. Oportunidades que están pero que por interés o por egoísmo intentamos hacer la vista gorda. Un país feliz es cuando sus habitantes se encuentran felices lo demás es solo publicidad barata e interés personal. Seamos capaces de ver y no solo mirar al entorno poniendo cifras  de valores económicos cuando en realidad lo que verdaderamente es real son las cifras de bienestar. Y esas no se marcan con un precio sino con una buena gestión.