En los que todos los días amanecían con sol y nada ni nadie era capaz de ponernos puertas a los juegos. Donde las horas eran inmensas y los amigos eran sinceros. En esa escalera en la que cada instante contaba entre experiencias y sueños para hacernos subir cada vez un poco más, aunque nuestros pies eran diminutos. Hoy tenemos los pies grandes pero a veces se nos hace tan difícil avanzar en esta sociedad complicada donde todo se mide por haberes y no por sentimientos. No sabíamos que existían debates entre políticos y mucho menos en el sentido que hoy se han impuesto en nuestra sociedad. Un pulso a ver quien tumba al adversario a costa de lo que sea. Una vez más estamos en campaña electoral y ¿para qué? si todo es más de lo mismo. Vienen los nuevos y se comen a los viejos y deteriorados. Una vez se hacen con las riendas las promesas se olvidan y las arcas se consumen a un ritmo desenfrenado. Cansinos los hombres que hoy se nos presentan como héroes políticos y sin embargos ninguno pasará a la historia por hacer algo bueno. ¡Qué lastima! Si hubiéramos podido sentarnos en esa taza voladora y no hacer caso a las palabras vacías y condicionantes que hoy nos amenazan constantemente nuestro nivel como personas sería algo bien distinto. Si me dieran un solo motivo que me convenza para que yo fuera a votar el próximo 28 de abril lo haría gustoso. Creo que aquellos que más merecen mi voto son los que no me piden nada a cambio «PACMA».