
Pero es hora de pensar un poco. No pensar lo que reiterativamente nos están haciendo pensar, sino lo que nosotros intuimos y vislumbramos. Porque no somos tan tontos y en la sencillez más cercana es donde reside la conexión entre las personas.. Una actitud a contrarreloj en un tiempo prestado por la venganza de la naturaleza y que hoy más que nunca debemos de observar. No hacemos caso a aquello que nos alerta porque nos hemos acostumbrado a la cómoda existencia. Pero no es así. Hay que escuchar y dar prioridad a lo que realmente es importante. En esta crisis sanitaria y económica hay que tener muy en cuenta lo más importante; la personas. Aqui no caben doctrinas, ni edades, ni tampoco rivalidad. La persona es el pilar fundamental en ese apoteósico concierto de intentar hallar culpables. No es tiempo de tener sino de dar. De mirar y de encontrar la solución más eficaz en un un escenario del que todos tenemos algo de culpa. Un mundo turbio y confundido que hora a hora nos recuerda que la arena de ese reloj está bajando. La vida sigue y los cambios se van a producir queramos o no. Ya no seremos los mismos que escribimos este comentario porque todo evoluciona deprisa. No existe el fracaso en la vida. Se fracasa en algo en concreto y creo que hoy hemos fracasado. En sanidad, en el respeto hacia las personas con sus necesidades y problemas. En el cuidado a las mismas.Esta crisis moral es el resultado de una manera de ver el mundo desde nuestro propio ombligo y ahora querer atrapar el tiempo pasado ya es una ilusión.