
Como la flecha que cruza el espacio para romper el hilo de la vida. Así la luz es una saeta que descorre las tinieblas para devolvernos esa ilusión perdida ante la incetidumbre. Pero cuando dicha luz se convierte en el anclaje entre la vida y la muerte cualquier explicación sobra. Solo es. Nada más. No existen mundos junto a ella ni tampoco reproches ni aprobaciones, ya que se trata de la vida misma que establece sus cánones y reglas. Cuando el camino se intercepta debemos de pensar siempre que lo que no vemos al final de esa saeta de luz no deja de estar ahí por la confusión y el abatimiento. Únicamente es la esencia que es invisible ante nuestros ojos. Hoy el mundo mira a esa línea transversal que se resiste a mostrar esa luz continua que nos hace ver la salida. Ya la puerta está abierta solo que debemos ser prudentes en el momento de cruzar ese umbral.