
Junto al mar, en esa tarea que muchos adoramos y sin embargo a veces nos falta tiempo para dedicarle más de un suspiro se escriben los mensajes a lo largo del camino. Ayer aún no éramos cosncientes de nuestro potencial y sin embargo ya existia pegado a nuestra piel. Como si la barca del tiempo hubiera querido ensalzar toda la belleza que se inspira en un rincón de ese mismo tiempo y levantando sus remos al cielo exclamaba ¡belleza! El sendero sigue su camino y a veces nos cuesta un poco alcanzarle porque siempre va en una dirección ¡adelante!, como debe ser nuestra vida. Haciendo espacios y procurando rescatar los pequeños misterios que la adornan. Pero es la vida sin dudarlo, solo que nuestra condición de humanos, (incrédulos a veces), no nos deja avanzar. Senderos perdidos que ya todos conocen pero que cada uno lo versificamos como lo sentimos y mientras los remos se nos muestran como lanzas de guerrero frente al mar la sonrisa de la tarda suaviza el impacto. Nada es como se nos muestra. Somos capaces de desentrañar cada ápice de locura que la natural belleza de las cosas lleva incrustada en su propia esencia.