
El límite se halla donde los demás pierden su libertad. Nos estamos acostumbrando a porner límites a todo aquello que nos molesta y nos hace sentirnos vulnerables. Pero ¿quién decide dónde se halla ese punto que nos separa y nos condiciona? No por tener más poder se puede decidir hasta dónde llega nuestro espacio y desde dónde los otros han de plantarse. La vida de la humanidad siempre ha estado cincecalada por límites tan adversos como incomprensibles e inhumanos. Las fronteras de la tierra son tan inmensas como el cielo cubierto de estrellas dónde ninguna de sus galaxias hacen imposible la libertad de brillar a las otras desde la vóbeda celeste marcando límites. ¿Porqué entonces en la Tierra todo es tan complejo y absurdo? Cuando la vida está amenazada por políticas desestruturadas, por las hambrunas o por la falta de ética y principios de quienes se han entronado en reinos de barro son la promesa que muchos pueblos se hacen a sí mismos de cruzar esos límites en busca de libertad. La filosofía del más fuerte no conoce de razones y menos aún de humanidad pero desde que el mundo es mundo, el hombre ha buscado un camino para realizarse y nadie debería de tener el oscuro poder de trazar límites en un planeta que es de todos.