
El mar, siempre es el mar el que nos arrebata esa curiosa mirada para después complacerse de todo lo maravilloso que descubrimos en él. Azul turquesa que insistes en derramar la natural belleza del pliegue de tus olas y de las profundas corrientes que modelan tu inmensa estructura. Espejo azul del cielo con personalidad propia y con la caricia de un sueño alentador por llegar a ser la milésima parte de él cuando le miras. Las costas que enmarcan tu silueta penetrante y serena nos dan conciencia de lo que eres y de lo puedes llegar a ser si te enfureces. Pero mientras tanto dejemos reposar nuestras pupilas es ese baile infinito y acompasado de tu sinfonía más fresca; tu vaivén.