
¡Cómo nos asombrábamos al escuchar esta afirmación! Pisar fuerte era igual que reconocer toda una serie de valores y decisiones que alguien tomaba estando muy seguro de ello. Cuando nos tropezábamos con ese tipo de personas decididas y llenas de valor parecía que en un abrir y cerrar de ojos las situaciones complicadas iban a ser reconducidas y sobrestimadas.¡Lejos aquellos tiempos de los de hoy! No hay quienes pisen fuerte sin causar daño, sin aprovecharse de los demás y sobre todo hacerse ricos de la noche a la mañana. La sociedad esta muy débil y también muy enferma. Aquellos que intentan vivir a tope el momento presente sin medir fuerzas, ganancias y todo aquello que crean ver como algo extraordinario en sus vidas muy pronto tendrán que contar monedas y ajustar bolsillos. Pero la verdadera gangrena social está en las manos y el poder de esos que no pisan fuerte sino que abren brechas infranqueables entre las personas. Esto no es pisar, esto es amedrentar para sacar un provecho ilícito de donde quieren. No hay pisadas fuertes hay solamente corrupción y desarraigo por los demás. Vivimos inmersos en un pozo que se sigue construyendo de mentiras y de saqueos. Cada vez más las generaciones venideras están perdidas y decepcionadas. La ilusión se ha escapado de los colegios y la violencia ha tomado las calles. Nada es seguro, todo es circunstancial y pobre de aquel que sea un ápice distinto a los demás porque el calvario lo tiene asegurado. La sociedad huye de sí misma porque se tiene verdadero miedo a enfrentarse pisando fuerte y haciendo de esta sociedad un lugar digno para crecer.