Rafael Ben-Abraham Barreto*
Y llegó el verano y también el mes de julio con su luna nueva y la conjunción de los planetas Venus y Júpiter. La grandeza del universo en expansión nos recuerda la fuerza de la Creación y el poder infinito del Creador, que no acertamos a comprender ni elucidar, aunque en nuestra arrogancia pretendamos desentrañar». No nos bastará la eternidad si quiera para entender una milésima de la esencia de esa fuerza que lo mueve todo en torno, dentro y fuera de nosotros. Una tarde apacible de julio en sus primeras hora, ecuador del mes de Tamuz, plenilunio, cielo radiante que tapa el Puerto de la Cruz y que desde su mirador entrañable permite contemplar la expectación de unos turistas que quieren inmortalizar su paso por este terruño y algunos como el que modestamente escribe dejamos escapar nuestras miradas hacia lo alto para encontrar esa aproximación de dos astros mientras que el sol se esconde bajo el agua en el horizonte poniente, tal vez para reponer el vigor perdido durante su carrera veloz desde las montañas de Anaga, y la luna emerge desde la ladera del Valle de La Orotava al galope entre palmeras y letreros luminosos.
*Periodista y editor.