Cientos de flores, Katmandú

Plaza Durbar

Plaza Durbar, Katmandú, antes del seísmo./HANAH VALENTÍN

El colegio más antiguo

El colegio más antiguo de la ciudad devastada por el terremoto./HANAH VALENTÍN

DSC00592

Una joya arquitectónica, el palacio de Kumari./HANAH VALENTÍN

DSC00483 (1)

Amanecer en Katmandú, ya no será como antes./HANAH VALENTÍN

Crepúsculo vespertino.

Crepúsculo vespertino. /HANAH VALENTÍN

El 8 de enero del 2012 llegamos a Katmandú a la caída de la tarde y un sol rojizo nos regaló el contorno de esa permanencia inmutable en el tiempo, la cordillera del Himalaya. Nepal es la capital y la mayor de sus ciudades situado en un valle a orillas del río Vishumati. Recibe su nombre de una estructura en la plaza Durbar llamada Kaasthanandep. Los Kirats fueron los primeros gobernantes conocidos del valle y los restos construidos por ellos se encuentran en la localidad de Patan. «Cientos de flores» es el himno nepalí con el que quiero recordar este momento. Katmandú es un cruce de caminos muchos caminos de antiguas civilizaciones de Asia. Siendo tres veces inferior a España su majestuosidad se percibe en cada rincón; cultura, tradición, paisaje, religiosidad. A los pies del Himalaya «Nieve morada»  que conforma la cordillera más alta del mundo con el Everest como guía. Katmandú que respiras olor a incienso y a flores. Que sientes el sonar de un tiempo y lo trasladas junto a nosotros haciéndonos partícipes de tu historia. Deambular por «la ciudad de los mil tejados dorados» Patán, o contemplar tus atardeceres cuando la niebla baja desde las montañas. Desde aquí  nos abren nuevas expansiones a la hora de viajar a nuestro interior; eso es Nepal. Hoy las naturaleza nos ha querido arrebatar su misterio y también su luz, pero el recuerdo y las impresiones que de allí nos trajimos serán siempre un motivo para conservarlo en nuestro corazón.