PREÁMBULO

 

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Aparece el «Gigante» como un niño juguetón entre los pinos de la corona forestal del Parque Nacional del Teide. A lo lejos quedan días de un otoño que se desvanece como el sol en el ocaso, pero todavía el cielo se confunde con esa inmensidad inocente de las mañanas de sol. No hay lugar para esconderse porque desde su cima actúa como un calidoscopio frente al mundo y a través de las galaxias. ¡Qué insignificantes somos ante tanta grandeza! Paseos en el monte que nos inician hacia esos senderos a punto de descubrir que ya nos describen horizontes nuevos. Frente a un invierno que prepara su maleta para sorprendernos, las tardes se cierran en sobres de sueños y las mañanas revientan en júbilo cuando vivimos los últimos días de Noviembre que se cansa sobre las nubes y recuesta sus pesados brazos junto a las hogueras. El vino bulle ya en las bodegas a punto del descorche y las castañas se tuestan en hornos improvisados frente a plazas y calles. Las bufandas salen abrazadas a nuestros cuellos y las risas emergen como la luna preparando la llegada de otro invierno.

Atrapando el cielo

La Tierra guarda durante millones de años secretos maravillosos que solo la mayor de las casualidades consigue sacar a la luz»
Bajo la copa de los árboles.

Bajo la copa de los árboles./HANAH VALENTÍN

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Las llanas se cuelgan perezosas./HANAH VALENTÍN

Bajo mi laurel de indias  la  existencia fluye contagiosa. Cuando la lluvia ya se nos muestra revoltosa y convulsa en estos últimos días de octubre es fácil encontrarnos con una de esas maravillas. Bajo él elevo mi mirada al cielo y una bóveda en gris se me antoja como la cúpula de una magnífica catedral de la naturaleza que discurre sobre el techo del mundo. Numerosos  puntos de luz se cuelan entre el follaje de sus mojadas ramas a modo de pentagrama con todos los sonidos de naturaleza. Desde arriba se me lanza esa escalera trenzada de las innumerables lianas que cuelgan perezosas entre la lluvia. Me han invitado a subir a lo más alto. Allí donde podré rozar con mis dedos las numerosas estrellas que vislumbro desde abajo. Mi pies están pegados al suelo y mi cuerpo se apoya a inmenso tronco nudoso de su sabiduría. En la memoria del corazón se instalan esas estrellas que ahora veo. Atrapar el cielo, subir por esa escalera vertiginosa de sus ramas y encontrarme de nuevo  frente a la ventana de un mundo onírico que desde ahora ya he hecho mío.

Octubre, sinfonía azul

Mis pies saben perfectamente que soy parte de la tierra y mi sangre es parte del mar… No hay ninguna parte de mí que exista por su cuenta, excepto mi mente, pero en realidad mi mente, es solo un fulgor del sol sobre la superficie de las aguas» D.H. Lawrence.

Montañas de Teno, Tenerife

Macizo de Teno, en el Noroeste de Tenerife./HANAH VALENTÍN

Tras el viento reojo de la prohibición las estaciones se suceden como la caída de las hojas de los árboles y las lunas con sus cielos de octubre. Detrás de todo está la verdad que se intuye o no pero la gran verdad de las cosas subyace a pesar de los contratiempos y los resquemores. Nada se escapa al resurgir de las mañanas del otoño ni tampoco a los ojos ya cansados de sus noches. Octubre, deleite del sol y remanso de poetas. décimo mes del año que abre sus fauces para tragarse lo bello de este mundo y luego descansa sobre la mullía almohada de las hojas. Perezoso octubre y a la vez repleto de estrofas casi rimar porque son tantas sus sensaciones que no hay tiempo para abarcar tanta belleza. Octubre plafón del cielo azul que enarbolas las cabelleras de oro de los pájaros y de las nubes convertidas en rizomas de luna. Los olvidos se terminan en las tardes amarillas del otoño y la fina lluvia se rompe contra un sol de enigmas y de encuentros. Ahora, sobre el verde césped los árboles me hablan y el añil de su rúbrica me inspira tanta melancolía bajo el divino poema de su silencio.

Uno más de la casa

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Volvemos de las vacaciones y nos encontramos con la rutina diaria. Atrás quedaron los día de fiesta y reposo junto al mar. Algunos miembros de la familia ya no volverán a estar con nosotros porque les dejamos en una carretera sin nombre o un rincón deshabitado. Su recuerdo está todavía con nosotros pero su presencia se halla muy lejos. Los animales de compañía son y deben ser siempre «uno más en la casa»

Las estadísticas son aterradoras y casi no hacemos nada por evitarlo. Se nos tacha de locos a muchos de nosotros por «quererlos y cuidarlos» ¡Qué vacíos estamos cuando no somos capaces de estirar nuestra mano y darles una caricia! Serían interminables las historias para contar y creo que hoy no es el momento!. Empezamos una nueva etapa y en este otoño que ya viene hacia nosotros siempre podremos encontrar un buen momento y una buena razón para hacer de «ellos » uno más de la casa. «»Los hombres han olvidado esta verdad, dijo el zorro, pero tú no debes olvidarla. Eres responsable para siempre  de lo que has domesticado». (El Principito). El ser humano olvida con frecuencia que dentro del esquema evolutivo planetario el reino animal está solo a un escalón por debajo del reino humano. Los animales son seres vivos. Considerando que todo animal posee derechos y que el abandono y desprecio de dichos derechos han conducido y siguen conduciendo al hombre a cometer crímenes contra la naturaleza y los animales. Dicha declaración fue adoptada por la Liga Internacional de los Derechos de los Animales en o 1977.

Anaga

El Macizo de Anaga se encuentra en el Noreste de la isla de Tenerife. Muchas son las estampas que en Canarias nos impactan pero ésta es una de las que más. Abrupta, sensual y femeninas sus montañas se desprenden desde el azul cielo a modo de laderas inaccesibles , donde algún caserío permanece acunando los sones de un tiempo. El viento a horadado tu rostro con la majestuosidad de un artista y Neptuno ha desplegado sus redes para que los Roques de Almáciga no se quiebren con el paso de los días. La espuma de tu costa rubrica un paraje perdido a la vez que hospitalario donde las pisadas de aquellos que llegan a tu playa sientan la fuerza de esas  cimas y el contraste de sus mareas. Desde el pasado día 9 de junio de 2015 está declarado «Gran Reserva de la Biosfera» un título que te honra y compromiso que hace de ti el reclamo de los ojos del mundo.

Reportaje gráfico: Hanah Valentín.

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Alba

Amanecer

Amanecer en Santa Cruz de Tenerife./HANAH VALENTÍN

El alba es el comienzo de un nuevo día. Despuntando y pespuntando nuestros proyectos cotidianos frente a la jornada. Jamás es igual y yo desde mi ventana lo veo. A veces las nubes me privan de ese espectáculo inenarrable e irrealizable para el ser humano. ¿Estamos preparados para saber desmenuzar tanta belleza? En la vida que nos toca vivir necesitaríamos años luz para aprender una milésima parte de ese contenido trascendental que es el universo. Todo se escapa a nuestro saber a la vez que nuestro entendimiento intenta atrapar la genialidad de lo indescriptible en ese ceremonial puro y legitimo que conforma el conjunto de sintonías para un acto inconmensurable como es el alba.

Sublime

La grandilocuencia abarca el estilo sublime de las cosas. Eminente, excelso desde la «Teoría de los estilos» es la designación del más elevado o grande de éstos. Lo sublime bien unido también al silencio. Ese silencio que habla en sentido elocutivo. «Los ojos tienen campo para espaciarse en la inmensidad de las vistas y para perderse en la variedad de los objetos que se presentan por sí mismos a sus observadores» (Joseph Adisson). Pero también lo sublime es esa categoría estética que consiste en la grandeza unida a la belleza y capaz de llevarnos a ese más allá de lo racional. ¿Nos hemos parado en algún momento de nuestra vida a percibir esa llamada de atención? El tiempo pasa tan rápido que no nos percatamos de lo sublime y nos estamos perdiendo tantas cosas. Ese reencuentro o redescubrimiento del estado más perfecto que nos aportaría la grandeza de cuanto deseamos pero que no sabemos como ni donde encontrarlo. Vivimos mientras nos renovamos porque la vida no es significado; la vida es «deseo».

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Rumores del mar

Quizás esté jugando con ventaja a la hora de describir mi paseo sabatino pero lo cierto es que el mar ha sido mi musa y la luna mi leyenda. Perderse por aquel sendero que tanto había contemplado desde la montaña me pareció la conquista de un sueño. Punta del Hidalgo duerme a escondidas del  bullicio, la contaminación y la invasión de los veraneantes. Allí transcurre ese tiempo no perdido que tanto buscamos cuando filosofamos de cosas hermosas. Frente a las impresionantes montañas del macizo de Anaga como testigos, recogí entre mis manos la espuma de un mar un paisaje  casi virginal donde las huellas se pierden pero las costa de Tenerife parecen abrazarse sobre el océano. Con su faro y sus calas los acantilados sucumben a la mirada del viaje que busca, en el horizonte, perderse sobre las alas de alguna gaviota.

De sultanes y princesas

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Princesa Negra./HANAH VALENTÍN

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Princesa Gris, alias Bochática./RAFAEL B-A BARRETO

Todo hace presagiar que las antiguas civilizaciones se están abriendo paso entre nosotros. Los gigantes dormidos de la historia del mundo se desperezan ansiosos por recuperar los territorios perdidos. Entre la multitud de hoy en día. Se ha vuelto al culto por rastrear herencias olvidadas pero que seguían latiendo y se piden explicaciones.  El cine, la literatura, el teatro, son las primeras manifestaciones que se abren hacia un diálogo. ¿Quién tiene la razón y la respuesta a todo estos?  Tal vez nadie tenga la respuesta ahora mismo pero seguro que el tiempo lo encuentra todo. Hasta las nuevas princesas y reinas actuales visten ya con otros aires de evasión y progreso. Los nuevos looks y las nuevas formas de hacer historia de los países están pasando por ellas. Atrás quedaron las almas errantes entre las paredes de los castillos y a las órdenes de los Sultanes no traspasan más allá de los jardines. Los «Juegos de Tronos» están a la última y cuando la» inhumana» condición de esos varones que aún intentan doblegar a sus princesas sigan existiendo, el mundo no podrá ser feliz. Entre las historias se escribirán muchas otras, para mejor o para peor. Aún así las princesas de andar por casa seguirán ronroneando junto a nosotros y buscando esa mano que las acaricie por su condición, no de «princesas» sino seres de compañía. La vida es muy bonita, pero las personas son mucho más».

Cuando anochece

Río Guadalquivir

Atardecer en el Río Guadalquivir./HANAH VALENTÍN

Si me pusiera a pensar tal vez me inspiraría en una película, pero no es el caso. Los días son los escalones que cada uno subimos a diario. Al llegar al zénit es como si una bandada de gorriones alborotase al cielo para luego descorrer el tapiz azul índigo de la noche. A escasos pasos de esa extraordinaria pieza natural se encuentra el minuto más íntimo del atardecer. Todavía el sol irradia su oro intenso pero el día se va tiñendo de esa  decadencia sublime y agónica que le hará desaparecer de nuestros ojos. Cuando anochece es verbo, es tiempo, espacio y también recogimiento. El ocaso emerge a la vez que desaparece entre las nubes, tras las montañas o sobre el mar labrando pespuntes de oro sobre las mejillas de la tierra. No es momento de preguntar nada, solo contemplarlo en silencio, en su más pura intimidad donde solamente él y nosotros mantenemos una conexión inexplicable. Solamente los dos y la infinita presencia  de lo que realmente somos; nacimiento y muerte.

El latido de un país

Naturaleza, pavo real

Pavo real./HANAH VALENTÍN

«Si soy lo que tengo y si lo que tengo pierdo, entonces ¿quién soy?» El pulso de un país se toma por el bienestar de sus habitantes Es un mecanismo igual al del  cuerpo humano que si lo aceleras le produces reacciones contraproducentes para la salud y si lo dejas morir por inanición lo pierdes. Una toma de decisión debe ser importante siempre, sabiendo los pros y los contras que eso conlleva. No se puede ser bueno cuando ves que las personas ya no se fijan en ti. Nuestra frenética vida nos impide disfrutar y echar raíces en el mundo de lo pequeño, lo hermoso, lo vivo. La encrucijada política que vemos a diario se ha convertido en el culebrón de todos los gobiernos. La dignidad de las personas se desvirtúa con hechos vandálicos  y los tribunales dan carpetazo o se pronuncian en tiempos ilimitados. Nos miramos en el corazón de África y tratamos de reorganizar un país que necesita ayuda, pero el nuestro también. Ayudamos al vecino y mientras en nuestras calles se respira desolación y mal rollo. Son demasiadas meteduras de pata de unos para no hacernos ver lo que tenemos que ver. Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para modificar las cosas. Hay que conectar con nuestra verdad y sentir como nos proporciona la fuerza necesaria para salir adelante. Dejémonos influir por el lenguaje de la maravilla. Ese lenguaje que los niños con su ilusión, no solo sienten nuestra dolor sino que intentan hacer algo por evitarlo. No rechaces tus sueños. Sin ilusión ¿el mundo que sería? Hagamos que nuestros gobernantes entren en sus juegos por un día, nada más. La mayoría de ellos cree que están pensando cuando en realidad lo que hacen es recordar sus prejuicios y así no se llega a ninguna parte.

La canción del viento

El Teide

El Teide./HANAH VALENTÍN

«Dicen que a los árboles les gusta entonar las canciones que el viento no recuerda»  La naturaleza es el conjunto de las cosas  y las fuerzas que componen el universo y que no han sido hechas por el hombre. Pero la naturaleza en sí es un tributo al mismo hombre. Éste se ha beneficiado de cuanto ella nos ofrece para la subsistencia, para el progreso, para la vida de sus pueblos y de sus gentes. Pero esa naturaleza que no consideramos como el bien más preciado de la humanidad no abarca solo el mar, las montañas, los ríos, los animales. Entre la raza humana sobresalen pequeñas comunidades naturales que emanan de la misma por doquier. La música, la poesía, la pintura que, con su magia especial son las encargadas de dar voz, a la tierra, los pájaros, la lluvia, y el viento. En ese canto de amor a la tierra están inmersas todas las sinfonías. La naturaleza que nos llega desde dentro y que a su vez nos sacia y nos proyecta hacia nuevos horizontes de luz, y de sonido. Sin lugar a dudas, la Tierra y su conjunto son las que elaboran este pentagrama sin el cual las artes no tendrían fundamento y los sentidos carecerían de esencia. No hay científico que sea capaz de crear el pétalo de una flor o hacernos sentir la delicadeza de una orquídea. Los pobladores de este lugar llamado mundo tienen un contrato permanente con la naturaleza y por tanto la vida que desarrollemos en ella será el bastión que no dé la calidad que todos los seres buscamos.  El viento va y viene trayéndonos historias. En ella está siempre interpretada la vida, por eso el mejor lugar del mundo es donde podemos sentarnos y contemplar todo aquello que la naturaleza nos regala día a día.

Sibaritas al poder

Los sibaritas conforman al grupo de personas o grupos refinados. Actualmente todos queremos ser sibaritas pero más de una vez nos hemos dado un tropezón. Ser refinado  conlleva tener una serie de condicionamientos para que esa exquisitez que los caracteriza pueda desprenderse y aflorar. No todo estamos capacitados para serlo y menos aún muchos de los que se lo creen no lo son. Los políticos presumen mucho de todos estos atavíos y aunque sus ancestros le impidan demostrarlo siguen en su empeño. Ninguno se nos muestra tal y como es. Todos llevan puesto el collarín de ese «refinamiento» adquirido bien por las circunstancias o bien porque alguno sea proclive a serlo. En resumidas cuentas es lo que se lleva. Con eso nos olvidamos de todo aquello que es natural por naturaleza y de lo que a veces huimos por sentido al ridículo o por ignorancia. Tener dinero es ser exquisito señores, ni más ni menos. Aunque nos vayamos de vacaciones a una exótica playa o un crucero con más de tres mil pasajeros a bordo. Tener una casa en la playa y otra en la montaña y no hacer uso de ellas porque no sabemos como hacerlo. Amueblar nuestro garaje con tres o cuatro coches de último modelo y solo vayamos con el que menos gasta para ahorrar. Ser sibarita es lo más de lo más y por nuestro paladar pueden pasar exquisitos manjares que no apreciamos, por no dar nuestro brazo a torcer y saber reconocer todo el valor y el auténtico sabor de un sencillo plato de lentejas. ¡Pobres, ya que solo tienen dinero y poder para comprar! El sibaritismo es, en resumidas cuentas, un estilo de vida y pasa cuando pasa. No hay más.

Vientos del Este, vientos del Oeste

Soplan vientos por doquier y ni la climatología se pone de acuerdo a la hora de dirigirlos. En el aire las corriente engullen a otros mundos, a otras atmósferas que aún no han sido ni tan siquiera bautizadas por los científicos. ¿Qué de años luz nos separan de todas ellas?  Sobre la superficie del planeta Tierra los vientos de poder recorren con sus voces delirante las esquinas de nuestro tiempo. La luna se asombra y en el sol se crean particular de fuego y de luz que nos amenazan.. Su corazón está cansado y envejecido pero sigue latiendo con fuerza a pesar de los años. En el mar se intentan ahogar  muchos de nuestros fracasos como hombres y aún así las razones quedan exentas de condena. El viento del oeste fluye constante sobre los tejados y los alisios son como los blancos rostros de las tierras polares que se agudizan con las bajas temperaturas. Pronto cambiarán los vientos y su frecuencia pasando por encima de las estaciones. Y nosotros cerraremos nuestras maletas para cambiar a otros lugares, a otras vivencias. Nada quedará aferrado al pasado. Igual que en los cuentos que cuando el viento cambia se diluyen los sueños.

Los cuatro elementos

Parque Taoro del Puerto de la Cruz

Cascadas de agua en el Parque Taoro, el pulmón verde del Puerto de la Cruz.

El aire, el sol, la tierra y el agua son los cuatro elementos esenciales para mantener en todos los seres vivos el equilibrio mental y físico.  Del contacto cotidiano con estos cuatro elementos nos marcará el carácter y nuestra buena salud será el resultado de la armonía de todos ellos. No hemos construido una sociedad basada en la medida de las necesidades  humanas sino todo lo contrario, al servicio de intereses,  del  poder y sus beneficios económicos.  Si algún día llegamos a superar la pasividad del paciente acabaremos con el monopolio de la industria farmacéutica, aumentaremos el bienestar de las personas y ahorraremos recursos. El paciente no tiene libertad total con las auténticas alternativas porque todavía los organismos tratan de imponer lo que a ellos beneficia. La pérdida de la salud depende de como administremos todos esos factores y en muchos casos los problemas físicos o psíquicos van también unidos a los sociales y a los culturales. En disonancia con la realidad en aquellos países donde el hambre barre la vida de sus habitantes se cultiva la mayor cantidad de alimentos para después exportarlos a los países más ricos del planeta. Hay un concepto que dice que la agricultura no es generar riquezas sino perseverar la vida. Comencemos  a entrelazar agricultura y alimentación porque sin ellas la vida irá deteriorándose cada vez más. Perseverar en los cuatro elementos que son los pilares de la salud y el bienestar. Dibujemos un sistema saludable para todos  desde el principio y bajo la batuta de las estaciones, de los mares, de la lluvia, del viento y sobre todo de la tierra que sentimos bajo nuestros pies.