Polifonías en tiempos revueltos

Auditorio de Tenerife

Auditorio Adán Martín de Tenerife./HANAH VALENTÍN

Estamos asistiendo a la representación de un acto literario polifónico que trasciende en la cultura de la expresión escrita y también hablada. Un vigor generacional insólito  que hace negar de frente cualquier etiqueta  impuesta. La poesía de la incertidumbre, la poesía de la experiencia frente a la opaca del silencio. Muchos son los cambios externos que se producen en el mundo, presiones, exigencias, por eso hay que enfrentar los problemas urgentes de la vida. Y cuando hablamos de «problemas serios»  nos referimos a poner toda la intención de seguir hasta el fin del mismo. Venderse por interés en una sucia acción. El verdadero valor no está en que los otros aprueben o no lo que somos o hacemos. Primero tenemos que ser nosotros quienes nos lo creamos. Sucede con frecuencia cuando los intereses van mucho más allá del propio compromiso. Hablar y detenerse en problemas pasados no es el mejor momento para la clase de suerte que corremos si seguimos haciendo las mismas cosas, seguimos considerándonos «quijotes» y continuamos haciendo la pelota al adversario. Todo no vale en estos momentos. En este crucigrama donde las casillas no consiguen rellenarse debido a la falta de astucia, menos cotilleo y mayor decisión. Hay que comprender nuestros problemas internos para después intentar arreglar los externos. La vida es como la marea que sale y entra. Las ideas no cambian al ser humano, solo modifican la norma de su existencia. Escuchar sin condiciones no está relegado y en realidad es el lenguaje que no nos manipula, no nos condena, no nos niega,  porque nuestra mente está ocupada en su propia actividad. Detrás de lo superficialidad de nuestra existencia, detrás de la rutina diaria existe una honda sucesión de desesperación y angustia. La falta de conocimiento propio es la esencia de la ignorancia y constantemente nos preguntamos ¿si deshecho todos los ayeres  habrá un mañana? No se puede vivir mirando atrás constantemente. La influencia de la sociedad moldea nuestro ser y dentro de esa huella cultivamos lo que llamamos nuestros valores. El usted que se encuentra más allá de la forma vive constantemente en un mundo sin forma. El pensamiento es mucho más que algo que usted hace. Es lo que usted y el resto de nosotros somos y la mejor forma para ganar es no necesitar hacerlo.

Estar en el mejor de los lugares

El Norte de Tenerife a vista desde el avión

Norte de Tenerife, a vista de pájaro desde el avión./HANAH VALENTÍN

La vida en sí es un juego de sombras donde todo lo constituido entraña insatisfacción y carece entidad propia. Las apariencias son nuestros conceptos auto concebidos en nuestra mente, como los destellos que se pueden ver en el espejo.  A veces prefiero sentarme en el fondo de mi propia mente donde los recuerdos no se pierden y los olvidos no se amontonan. Refugiarme en ese tiempo perdido como la ola sin rumbo junto a un silencioso adiós. Las nubes de la tarde acarician la agonía exterior de cada duda frente a las abruptas cosas que hoy la razón nos impone. ¿Cuál ese ese lugar preferido donde quisiéramos estar alguna vez?  El mejor lugar del mundo somos nosotros y lo que configuramos en él. Hemos viajado y hemos contemplado espacios que nos han atrapado pero siempre estará presente ese rincón donde nuestras fuerzas y sentidos doblegaron sus rodillas ante tanta infinitud de contraste y de bienestar. Pero eso no quiere decirnos que sea el mejor, únicamente dejemos que hable el tiempo mientras discurre. Porque en él está la clave de que un día nos veamos enfrente de ese lugar y no nos demos cuenta de ello.

Cuando anochece

Río Guadalquivir

Atardecer en el Río Guadalquivir./HANAH VALENTÍN

Si me pusiera a pensar tal vez me inspiraría en una película, pero no es el caso. Los días son los escalones que cada uno subimos a diario. Al llegar al zénit es como si una bandada de gorriones alborotase al cielo para luego descorrer el tapiz azul índigo de la noche. A escasos pasos de esa extraordinaria pieza natural se encuentra el minuto más íntimo del atardecer. Todavía el sol irradia su oro intenso pero el día se va tiñendo de esa  decadencia sublime y agónica que le hará desaparecer de nuestros ojos. Cuando anochece es verbo, es tiempo, espacio y también recogimiento. El ocaso emerge a la vez que desaparece entre las nubes, tras las montañas o sobre el mar labrando pespuntes de oro sobre las mejillas de la tierra. No es momento de preguntar nada, solo contemplarlo en silencio, en su más pura intimidad donde solamente él y nosotros mantenemos una conexión inexplicable. Solamente los dos y la infinita presencia  de lo que realmente somos; nacimiento y muerte.

El latido de un país

Naturaleza, pavo real

Pavo real./HANAH VALENTÍN

«Si soy lo que tengo y si lo que tengo pierdo, entonces ¿quién soy?» El pulso de un país se toma por el bienestar de sus habitantes Es un mecanismo igual al del  cuerpo humano que si lo aceleras le produces reacciones contraproducentes para la salud y si lo dejas morir por inanición lo pierdes. Una toma de decisión debe ser importante siempre, sabiendo los pros y los contras que eso conlleva. No se puede ser bueno cuando ves que las personas ya no se fijan en ti. Nuestra frenética vida nos impide disfrutar y echar raíces en el mundo de lo pequeño, lo hermoso, lo vivo. La encrucijada política que vemos a diario se ha convertido en el culebrón de todos los gobiernos. La dignidad de las personas se desvirtúa con hechos vandálicos  y los tribunales dan carpetazo o se pronuncian en tiempos ilimitados. Nos miramos en el corazón de África y tratamos de reorganizar un país que necesita ayuda, pero el nuestro también. Ayudamos al vecino y mientras en nuestras calles se respira desolación y mal rollo. Son demasiadas meteduras de pata de unos para no hacernos ver lo que tenemos que ver. Las personas cambian cuando se dan cuenta del potencial que tienen para modificar las cosas. Hay que conectar con nuestra verdad y sentir como nos proporciona la fuerza necesaria para salir adelante. Dejémonos influir por el lenguaje de la maravilla. Ese lenguaje que los niños con su ilusión, no solo sienten nuestra dolor sino que intentan hacer algo por evitarlo. No rechaces tus sueños. Sin ilusión ¿el mundo que sería? Hagamos que nuestros gobernantes entren en sus juegos por un día, nada más. La mayoría de ellos cree que están pensando cuando en realidad lo que hacen es recordar sus prejuicios y así no se llega a ninguna parte.

El hombre que sabía demasiado

DSC00114«El hombre se hace viejo muy pronto y sabio demasiado tarde» . Toda nuestra vida nos la pasamos aprendiendo y no nos damos cuenta de ello. El enunciado de este artículo podría transportarnos a 1934 cuando se estrenaba la famosa película de Albert Hitchcock. En el siglo que nos ha tocado vivir nos encontramos con muchos hombres que saben demasiado o por lo menos nos lo hacen creer.  ¿No será que el hombre, en su condición de animal racional se cree muy superior a los de su especie? Cuántos habrá que saben más que nosotros y sin embargo no nos lo dicen ni alardean de sus sabiduría.  La realidad supera más de mil veces la ficción y sea el siglo que sea siempre nos tropezamos con los cásicos «enteraos» que nos intentan confundir. Quizás jamás encontremos las causas para encauzar esa sapiencia que todos poseemos y que muy pocos desarrollamos. Saber hablar, ,escuchar, saber reprender existe porque también existen muchas formas de saber, pero por encima de todo, una persona es sabia cuando es humilde.  Debates, riñas, trifulcas que no conducen a nada sino a darnos cuenta de lo poco que sabemos. ¿Quién sabe mejor que nosotros lo que cada uno de nosotros sabe? Ahí está el enigma y la cuestión, porque saber no es gritar más. No existe el hombre que sepa demasiado ya que la vida es puro aprendizaje. Creérselo es un problema porque a la larga  el que va detrás de ti podría tener la solución. ¡Humildad señores! Esa es la respuesta  con la que nos hemos topado.

Sibaritas al poder

Los sibaritas conforman al grupo de personas o grupos refinados. Actualmente todos queremos ser sibaritas pero más de una vez nos hemos dado un tropezón. Ser refinado  conlleva tener una serie de condicionamientos para que esa exquisitez que los caracteriza pueda desprenderse y aflorar. No todo estamos capacitados para serlo y menos aún muchos de los que se lo creen no lo son. Los políticos presumen mucho de todos estos atavíos y aunque sus ancestros le impidan demostrarlo siguen en su empeño. Ninguno se nos muestra tal y como es. Todos llevan puesto el collarín de ese «refinamiento» adquirido bien por las circunstancias o bien porque alguno sea proclive a serlo. En resumidas cuentas es lo que se lleva. Con eso nos olvidamos de todo aquello que es natural por naturaleza y de lo que a veces huimos por sentido al ridículo o por ignorancia. Tener dinero es ser exquisito señores, ni más ni menos. Aunque nos vayamos de vacaciones a una exótica playa o un crucero con más de tres mil pasajeros a bordo. Tener una casa en la playa y otra en la montaña y no hacer uso de ellas porque no sabemos como hacerlo. Amueblar nuestro garaje con tres o cuatro coches de último modelo y solo vayamos con el que menos gasta para ahorrar. Ser sibarita es lo más de lo más y por nuestro paladar pueden pasar exquisitos manjares que no apreciamos, por no dar nuestro brazo a torcer y saber reconocer todo el valor y el auténtico sabor de un sencillo plato de lentejas. ¡Pobres, ya que solo tienen dinero y poder para comprar! El sibaritismo es, en resumidas cuentas, un estilo de vida y pasa cuando pasa. No hay más.

Entre el humo de la larga noche

Son muy frías las noches de la guerra, sobre todo para aquellos que no tienen  culpa de lo que sucede.  Cuando el hombre gusta de producir miedo y desolación lo hace como el que más. Ese gigante que avanza con los pies de plomo y las manos de sangre pisando fuerte y sin control. ¿Dónde están tus mandatarios que no se mojan en este encierro? Nada es permanente excepto el cambio y ese cambio no vendrá mientras el hombre no sepa como hacerlo.  En un mundo de estructuras caducas y rancias  que están en decadencia la falta de imaginación es la premisa más importante para cambiar.  La biografía de un país  es su gran proyecto pero las guerras son como la carcoma que los deshace  no pudiendo evadirse te tanta maldad. Enviamos satélites al espacio, creamos seres en los laboratorios y no somos capaces de decir ¡BASTA! a tanta barbarie. Las ideas convergentes de los más poderosos se cruzan por encima de los débiles para hacerse con sus ganancia. La miseria irrumpe por las vidas de las asustadas familias que deambulan entre el humo de las largas noches ahuyentando a niños, mujeres y ancianos. Se toca a guerra lo mismo que si se tocara a fiesta, ya nada importa porque ni la vida tiene valor. Las alas de los pájaros están heridas ante la confusión y los remansos de los ríos oscurecen su brillos por la tristeza. Sí, son muy frías las noches del invierno y el humo ciega nuestros ojos. En el reducto de una utópica «paz» las altas esferas siguen el juego de poder, mientras los pies descalzos de los niños tropiezan con la tope y enfermiza mente de muchos hombres.