Definimos consenso como acuerdo entre dos o más personas sobre un tema o situación. Una falta de consenso expresa disenso. No implica un consentimiento por parte de todos sino una aceptación en la forma de dirigir la solución. Pero fabricar un consenso es un error ya que solo los hombres de élite se erigen como los responsables y no deberían de tomar ellos solos las decisiones que incumben a la población en general. Según Walter Lippeman, «una revolución está teniendo lugar infinitamente más importante que cualquier cambio económico. Bajo el impacto de la propaganda, no necesariamente en el siniestro significado de la palabra, las viejas constantes de nuestros pensamientos se han convertido en variables». Durante el siglo XX la expresión consenso llegó a convertirse en un lema del sistema político español. Satisfacer las necesidades de todos. Todo método de consenso es deseable cuando es improbable forzar el cumplimiento de la decisión. Una democracia deliberativa refleja esa toda de decisión sincera de cada persona que subyace a toda buena toma de decisión por consenso. Hasta los «ents», esos viejos y sabios árboles vivientes de la novela «El señor de los Anillos», empleaban días discutiendo para la toma de decisiones como era enfrentar a cualquier contienda. Toda decisión a tiempo es importante. Aunque sea equivocada, ya que pude ser mejor que una tomada a la larga. Alinear urgencia e importancia. Porque la meta de un buen consenso es la unidad y no la unanimidad.
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Paraísos de cartón piedra
Querer siempre más de lo que se posee es la fatal decadencia del ser humano. Cierto es que todos deseamos vivir de la mejor manera posible pero cuando se dobla la esquina de esa ambición desordenada de gusto por el placer, el lujo, la diversión descontrolada, necesitamos poner freno a ese desorden. Olvidarse de la vacuidad del mundo es como olvidarse de respirar. Nada hay más imposible. El modo de vida que disfrutamos no se ajusta en lo más mínimo a lo que realmente es el paraíso. Creamos mundos a base de cartón piedra pero no nos paramos a pensar que el cartón se deshace y nada de lo que tenemos perdura. No nos empeñemos en ser lo que no somos, sino en alcanzar lo que somos y la vida nos irá mucho mejor. Deslumbrados por el lujo, la fama, y ese poder abstracto que es el dinero, nos configura bajo una máscara que bien dista de la realidad. Subir a las alturas es más peligroso que estar a ras de suelo. El mar siempre intentará agarrar nuestros pies a la tierra, el cielo intentará hacernos perder el equilibrio en un mundo al que no pertenecemos. Dejemos que sean los pájaros quien los transiten porque el hombre, por su condición de ser racional no tendría que crearse esos paraísos que al final se vienen abajo con las desilusiones.