La orquesta de la vida extiende sus brazos y abraza. Renace como el Pegaso desde sus cenizas y eleva su existencia para atrapar a la nueva estación. Las ausencias que quedaron cubiertas por las tardes sombrías y las gotas de nieve remolonas aún que se esconden tras los cristales de las ventanas. Todo comienza a entretejer su variado cuerpo bajo un esquivo y vergonzoso. El invierno arrastra sus pesado pies cansados por la silueta desvanecida de los caminos mientras alguna florecilla temprana le acaricia maliciosamente. Comienza una nueva obra de la vida. la «Ópera Prima que llena de contrastes y vértigo en la mirada de aquellos que gustan contemplar como las ascuas de fogones se deshacen en la sombra. Se sacude el polvo de la melancolía desde lo alto de los árboles y un aroma a nueve se eleva desde la tierra. El polen está servida en bandejas de flores y las esquinas de los parques festonean los perfiles del un inminente estreno. El viento silba anunciando el evento y bajo nuestros pies descansan las hojas caídas del invierno. Notas de música y luz desvanecen el tiempo pasado haciendo su entrada triunfal en el teatro de la vida.
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La canción del viento
«Dicen que a los árboles les gusta entonar las canciones que el viento no recuerda» La naturaleza es el conjunto de las cosas y las fuerzas que componen el universo y que no han sido hechas por el hombre. Pero la naturaleza en sí es un tributo al mismo hombre. Éste se ha beneficiado de cuanto ella nos ofrece para la subsistencia, para el progreso, para la vida de sus pueblos y de sus gentes. Pero esa naturaleza que no consideramos como el bien más preciado de la humanidad no abarca solo el mar, las montañas, los ríos, los animales. Entre la raza humana sobresalen pequeñas comunidades naturales que emanan de la misma por doquier. La música, la poesía, la pintura que, con su magia especial son las encargadas de dar voz, a la tierra, los pájaros, la lluvia, y el viento. En ese canto de amor a la tierra están inmersas todas las sinfonías. La naturaleza que nos llega desde dentro y que a su vez nos sacia y nos proyecta hacia nuevos horizontes de luz, y de sonido. Sin lugar a dudas, la Tierra y su conjunto son las que elaboran este pentagrama sin el cual las artes no tendrían fundamento y los sentidos carecerían de esencia. No hay científico que sea capaz de crear el pétalo de una flor o hacernos sentir la delicadeza de una orquídea. Los pobladores de este lugar llamado mundo tienen un contrato permanente con la naturaleza y por tanto la vida que desarrollemos en ella será el bastión que no dé la calidad que todos los seres buscamos. El viento va y viene trayéndonos historias. En ella está siempre interpretada la vida, por eso el mejor lugar del mundo es donde podemos sentarnos y contemplar todo aquello que la naturaleza nos regala día a día.