El 28 de marzo de 2015 más de 10.000 ciudades de 172 países del mundo apagarán su luz. La campaña por la cual se pretende sensibilizar a la población mundial de los efectos del cambio climático sobre la vida de los pueblos. Pero ¿es realmente una manera de alertar a nuestras conciencias frente al derroche de la energía? Milésimas de detalles se configuran a diario a nuestro alrededor que no nos damos ni cuenta pero que a larga son los más dañinos. Se hace de esta campaña el paradigma de la soluciones pero en realidad muchas se escapan de nuestras manos por dejadez, voracidad de quienes a costa de todo se enriquecen o ventajas y recursos naturales que no se les da la mayor importancia. Hoy en día muy pocos toman el bus, el tren o la bicicleta para ir al trabajo, a la universidad o al cine sin coger el coche o la moto. Nadie procura excluir el humo de las fábricas que contaminan el aire, los ríos con sus vertidos y los mares con sus basuras. Nada más lejos que controlar los inmensos transportes marítimos cargados que son vaciados en los mares a costa de la vida marina. Un solo día al año es tan sólo palabrería, efectos de impacto que circularán por todos las capitales del mundo en maravillosas fotografía que, a parte de asombrarnos muchos se estarán haciendo de oro. ¿De qué estamos hablando señores? Manipulación o simplemente crear un momento de lucidez. El caminar se demuestra andando y mientras no andemos con los pies sobre la tierra la fantasía seguirá alucinando a esas mentes obtusas y que a los pocos instantes nadie se acordará de ello. Cambio climático si, pero desde el cambio de conciencia social, natural y humana. Lo demás charlatanería y negocio.
La hora del planeta
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