«Los padres transmiten las virtudes que encarnan con sus vidas, no las que detallan con explicaciones». Cuando recibimos algo de otra persona, ya sea por vía familiar o cultural, es en cierto modo un compromiso que adquirimos con esa persona o ente. A lo largo de la historia hemos recibidos legados grandiosos y también otros que nos han traído más de un quebradero de cabeza. Lo cierto es que a pesar de todo es nuestra actitud la que debe prevalecer a la hora de actuar frente a ello. Hay situaciones en la vida en las que la verdad y la sencillez forman la mejor de las parejas y por tanto deberíamos aferrarnos a ellas como talismán. Descubrir que la armonía es mucho más valiosa que el equilibrio y recuperar esa niñez dormida conseguiremos descifrar el mensaje metafórico de los hechos con conforman el legado que ahora tenemos. Aceptar y disfrutar lo diferente en lugar de sentirlo como amenaza y adaptarnos a los cambios par alejarnos del automatismo y la rutina. Cuando recibimos algo de otros es el momento de sumergirse en su mensaje, en su sentimiento y sobre todo en su deseo. Hacer que la luz brille y darlo a conocer, hacer girar al mundo sin conquistarlo pero dejándonos conformar no dejando más huella que la del último paso.
Herencia
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