El viejo continente se ciñe los tirantes para no venirse abajo. En un mosaico repleto de rendijas que se abren bulle una realidad a punto de salir a la superficie. Europa necesita ventilar sus cortes y escuchar a sus cortesanos. Lejos han quedado ya pasajes que hoy recordamos como nefastos pero que en la memoria del tiempos nos lo recuerdan. Hábitos que se están quedando obsoletos y costumbres que necesitan de una puesta a punto para afrontar los tiempos difíciles que se le avecinan. Estancarse en el tiempo es sinónimo de vaciedad. Cuando las ideas están caducas y las potencias políticas intentan continuar con su engrandecimiento no hay cabida para el orden y la sensatez. Un continente lo construyen los hombres que en él habitan y no aquellos que están siempre por encima vanagloriándose de sus hazañas. En este siglo 21 donde todo está por hacer y donde casi nada de lo que hubo puede ni debe rascarse de las paredes de este viejo continente porque solamente aportarían un desastre mucho mayor. Las cosas suceden porque tiene que suceder así y cuando lo hacen debe Aires fresco para encontrar la mejor oportunidad . Con esta camisa rasgada el viejo continente se está convirtiendo en una ciudad dormitorio por la que todos pasan camino de lugares mejores. Si no llegamos a ser conscientes de ello por un momento los escombros harán que se venga a bajo.
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Limbo
«Solo en la terminal de Kalati, Budapest dormían anoche más refugiados de los que caben en todo España», así lo describía el diario El Mundo.
Entre los vivos y los muertos. Mejor nos centramos en la definición que hace la astronomía de la palabra «limbo», que lo reseña éste como un círculo brillante que se ve a veces alrededor de un astro. Nos sobrecogemos al contemplar como no estamos deteriorando como raza humana. Todos, si. Ninguno se escapa a esta desestructuración masiva en un cuadro que hemos ido componiendo con nuestras barbaries. El efecto boomerang siempre aparece en los episodios de la historia y a penas le hacemos caso. Estamos frente a un mar de conflicto humano que será muy difícil ordenar. Allá, en ese lugar donde la ausencia del sonido puede comunicarnos tanto con una imagen.
En esa pausa musical que aflora de nuestro sentir más íntimo nacen las estrellas que guían a los sueños y esperanzas de los hombres que huyen de la guerra, del hambre, de la xenofobia y que guardan sus desdichas perseverando en aquellos a los que el destino no les depara ya nada. Desear que aquello se cumpla en esos instantes sin tiempo donde hoy la sociedad actual necesita un nuevo orden y para llegar a ese orden debe comprender muy bien el desorden. ¿Cómo es posible que florezca cualquier cosa en la oscuridad del temor?
La niña de Rajoy
La niña de Rajoy se ha quedado sin comedor porque lo han cerrado y también sus padres siguen sin tener trabajo. A su hermano mayor le han negado una beca y este año no podrá estudiar porque las tasas universitarias son elevadas. Han pasado cuatro años y todo sigue evolucionando muy despacio que el gobierno ha programado».
La niña de Rajoy que fue presentado por aquellos comicios como el hada madrina de todos los problemas que tenía España se ha quedado sola. Sola con un futuro incierto y gris. Sus abuelos tienen que pagar un pastón por sus medicinas y como han de ayudar a sus padres de su nietos prefieren no mantener sus tratamientos. La casa en la que habitan pronto será propiedad del banco. Casualmente fueron unos bancos los que arrebataron todos los ahorros que durante años iban guardando pasa su vejez. Y esa niña inocente que se balanceaba en el columpio de la ilusión por aquellos años hoy siente pena de quienes la crearon y la presentaron en sociedad como algo «muy bueno» pero irreal. Ahora ya no se escuchan palabras hacia ella, solamente intentan mantenernos un poco la autoestima con los cuentos de Antonio Machado, pero creando en su mente fantasías encarceladas en sugerentes pompas de jabón. Derrotar al adversario y no llegar a un pacto con él. Todo depende de pensar por un instante en el bienestar. Nadie es más que nadie y pobre de aquel que se crea infalible. Al final de todo los niños saben dónde está el engaño y por muchos años que pasen el movimiento se demostrará andando. Por muchos debates que tengan, los cuentos y las fábulas seguirán siendo eso «cuentos y fábulas» De todo esto quedará la historia de una niña que un día apareció entre un programa electoral del que todavía no sabemos si existió realmente o se desvaneció en el aire como las pompas de jabón de Antonio Machado. El resultado no existe porque carecemos de argumento. Quizás algún día no lejano sabremos toda la verdad y no tengamos que acudir a las hemerotecas porque el silencio a un pueblo es un error muy lamentable y el engaño borra toda probabilidad de futuro.