
Quebradizo e incierto entre las manos de quienes dicen llamarse políticos es nuestro futuro. La verdad está sobre la mesa y mientras unos en dos días han solucionado un cambio significativo en el país, otros seguimos «moliendo la batata» de sí tú o yo, no me toques las narices, a ver quien es el más listo.
Ñoñerías de chicos de escuela frente al resabido que siempre, sin saber como se hace con el balón no mete un gol en su propia portería, todos a una y hacerse con el sillón. Frágiles deseos de un país que arrastra ya la friolera de siete meses y continúa el embarazo. Nadie sabe si será por cesárea o parto natural, aunque de esta manera parece más difícil. Conjeturas, tertulias radiofónicas, que siempre están arrimando el ascua a su propia sardina. Andantes ciudadanos que han hablado y que no se les hace caso. La crisis sigue creando nidos de afectados y cuando el límite de la pobreza extrema se cifró en un dólar al día, parece que hoy nadie sabe como hacerle frente. Ya se ofrecen hasta diez mil euros por emigrante acogido en un país. En fin la casa por la ventana y la UE trata de seguir jugando a las «casitas» con sus miembros. Madurez y cordura, señores diputados y eurodiputados. Sensatez y toma de decisiones congruentes para intentar que ese frágil contorno de un sueño no se rompa y que las manos de quienes intenten restaurar las ya posibles fisuras no equivoquen su camino y sean lo más ecuánime posible. «Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas». Bertrand Russell.
Definimos consenso como acuerdo entre dos o más personas sobre un tema o situación. Una falta de consenso expresa disenso. No implica un consentimiento por parte de todos sino una aceptación en la forma de dirigir la solución. Pero fabricar un consenso es un error ya que solo los hombres de élite se erigen como los responsables y no deberían de tomar ellos solos las decisiones que incumben a la población en general. Según Walter Lippeman, «una revolución está teniendo lugar infinitamente más importante que cualquier cambio económico. Bajo el impacto de la propaganda, no necesariamente en el siniestro significado de la palabra, las viejas constantes de nuestros pensamientos se han convertido en variables». Durante el siglo XX la expresión consenso llegó a convertirse en un lema del sistema político español. Satisfacer las necesidades de todos. Todo método de consenso es deseable cuando es improbable forzar el cumplimiento de la decisión. Una democracia deliberativa refleja esa toda de decisión sincera de cada persona que subyace a toda buena toma de decisión por consenso. Hasta los «ents», esos viejos y sabios árboles vivientes de la novela «El señor de los Anillos», empleaban días discutiendo para la toma de decisiones como era enfrentar a cualquier contienda. Toda decisión a tiempo es importante. Aunque sea equivocada, ya que pude ser mejor que una tomada a la larga. Alinear urgencia e importancia. Porque la meta de un buen consenso es la unidad y no la unanimidad.





na todavía se encuentra en pañales y por ahora no se le ven brotes verdes de recuperación. Seguimos siendo los mismo de siempre aunque hayamos cambiado porque que donde no entra nada fresco siempre deseamos hacer nuestro lo que otros hicieron para hacernos más progres, pijos, listos e intelectuales de pacotilla. ¿No hay una pizca de raciocinio en la mente humana? Todavía nos quedan muchos trechos que cruzar y muchas glorias por conquistar porque no hemos avanzado en nada. La suspicacia es una arma y la sabemos usar muy poco, tanto que ni tan siquiera nos dimimos cuenta de remendar lo publicado antes de presentarnos a un cargo público. Vanagloriarse del mal ajeno solo denota una mente pequeñita y hueca porque en los juegos y las parrafadas se fecundan muchas de nuestras conductas posteriores. ¡Cuidado que en los cestos de esas buenas intenciones siempre se puede esconder algo que nos amargue la existencia para siempre. No todos son huevos de corral, algunos van disfrazados. Confío en que «la justicia» sea justa y los caminos se mantengan tan transparentes como todo lo que se ha venido pidiendo.

